¿Conoce aquellas pequeñas cosas que pueden volverse muy molestas, como cerrar cajones, apagar las luces o recoger la ropa detrás de su pareja? Cuando Carlos le preguntó a su esposa María por qué esas cosas ya no le molestaban, ella respondió: “sencillamente me recuerdan que estás aquí”.
A veces hay tanto por hacer que cuando nos encontramos con aquellos pequeños detalles llegamos al límite. Pero con una actitud como la de la esposa de Carlos las cosas negativas pueden verse de manera positiva, como las conocidas frases del Día Acción de Gracias: “Estoy agradecido por el desorden que debo limpiar después de la cena, porque me recuerda que tengo comida en mi mesa. Estoy agradecido por el cansancio después del día de trabajo, porque me recuerda que he sido productivo. Estoy agradecido por las montañas de ropa que tengo que lavar, porque me recuerdan que mis seres queridos están cerca.”
Por supuesto, nadie quiere volverse demasiado tolerante, ni esclavo de una casa en la que ningún otro miembro de la familia colabora en los quehaceres. En ese caso, se llegaría al límite de desear que se muden de allí. La idea aquí es más bien no ir al otro extremo, al punto de que la más mínima imperfección nos haga renegar sin valorar la persona, ni las cosas buenas que aporta en el hogar.
Enseñamos a nuestros hijos el orden y la pulcritud en el hogar, pero siendo sinceros, ellos no siempre harán esto a la perfección. No quiero entristecerles el rato, pero quisiera contarles de aquella señora que vivía sola en su pequeño departamento. Cuando alguien la visitó una vez, al entrar en el pasillo que conducía a los cuartos, observó una serie de objetos regados por el camino: un trencito, una pelota, unos crayones y algunas cosas más. El visitante le preguntó a la señora si tenía algún niño de visita. La señora con un semblante sombrío le dijo que no. Sencillamente no quería recoger aquellas cosas que pertenecían a su hijo y que habían quedado intactas tal como él las dejó la tarde que murió cinco años atrás.
Hay cosas que no podemos cambiar de la noche a la mañana. Escoje tus batallas, hay pequeñas cosas que no siempre podemos impedir y las cuales son más fácil aprender a tolerar en lugar de amargarnos con ellas. La próxima vez que tenga que recoger la toalla que su esposo dejó sobre la cama, o tenga que guardar la crema dental en el gabinete, dígase a sí mismo: esto solo me recuerda que mi esposo está conmigo, esto solo me recuerda que mi esposo vive aquí.
Algún día, si el Señor no viene antes, nosotros también dormiremos en El, o nuestros seres queridos lo harán primero, y entonces no tendremos que preocuparnos por las cosas que ellos no hicieron como queríamos.
Por eso es que ver el lado bueno de las cosas es la mejor actitud que podemos tomar, y la clave para hacerlo se encierra en una sola palabra: Amor.
“El odio despierta rencillas; pero el amor cubrirá todas las faltas.” Pr. 10:12
Con amor,
Hna. Merly Moya
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